Por Uriel Posada – Opinión
Estados Unidos está jugando a la política con el COVID-19 y el manejo de esta pandemia por el gobierno del presidente Donald Trump y de algunos gobernadores del país, ha sido simplemente aterradora.
Solo basta escuchar las palabras de Trump en un mitin político en la ciudad de Tulsa, Oklahoma, cuando dijo a sus seguidores, quienes corrían el riesgo de infección, que el número de casos de COVID-19 en Estados Unidos está aumentando porque el país está haciendo pruebas de diagnóstico a más personas. Por lo tanto, Trump dijo que le había indicado a su personal: “disminuyan la cantidad de pruebas, por favor”.
«Muchos políticos en estos momentos solo piensan en su permanencia y como Trump, en sus posibilidades de reelección»
Este desafortunado e irresponsable acto es solo una muestra de la burbuja en que muchos viven. Una burbuja que no les permite ver la realidad de lo peligroso que se ha convertido el coronavirus. No aceptan que hasta el 26 de junio del 2020, fecha en que escribo esta columna, el país alcanzó la lamentable cifra de 2.4 millones de muertes por COVDI-19. Esta no se había visto desde la pandemia de la influenza en 1918.
El país, en todos los niveles de gobierno, ha tropezado desde el inicio de la pandemia, especialmente cuando se trata de efectuar pruebas de detección de la enfermedad. Las pruebas han llegado tarde, y Trump amenazó con no entregar dinero para financiarlas en estados que en las últimas semanas han visto un repunte en el número de casos positivos, como en Texas y la Florida.
En México existe una frase muy popular para describir alguna ambigüedad: sube el piano y baja el piano. Eso es precisamente lo que están haciendo muchos de nuestros líderes, literalmente.
«El COVID-19 está poniendo rodillas a esta nación y ha expuesto a una catástrofe de salud pública»
Uno de ellos, es el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien después de anunciar su esperada reapertura económica, tuvo que dar marcha atrás después de que su entidad registró más de 5,000 casos positivos de COVID-19 en un solo día. A Abbott se le complica la situación y la verdad no encuentra la salida.
Muchos políticos en estos momentos solo piensan en su permanencia y como Trump, en sus posibilidades de reelección.
Lo que el Presidente trata de hacer es convencer al público de que el desastre en su manejo de la crisis no es real. No miren el creciente número de casos y muertes, nos dice; es un espejismo. Todo está bien, según él.
A medida que se acercan las elecciones de noviembre, el manejo de la crisis sanitaria por parte de Trump y de sus aliados republicanos se debe cada vez más a un cálculo del beneficio político que al bienestar del pueblo estadounidense.
El COVID-19 está poniendo de rodillas a esta nación y ha expuesto una catástrofe de salud pública, que, como lo dije en una columna anterior, afecta en gran porcentaje a los más necesitados.
El presidente no causó el COVID-19, pero en sus esfuerzos por proteger sus intereses políticos, está mintiéndole al pueblo estadounidense y provocando que individuos, a la vez, actúen de manera irresponsable.
La torpe manipulación de los hechos por parte de Trump llevará, lamentablemente a más estadounidenses a la muerte.
Está en todos nosotros protegernos del coronavirus y de las mentiras del actual gobierno.