OPINIÓN: Día internacional en contra de la homofobia y transfobia: todos iguales en dignidad y derechos.

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Opinión de Uriel Posada, Presidente de Paso del Norte Magazine.

Hace algunos días tuve la oportunidad de ser testigo de una recepción en honor de estudiantes LGBT de la universidad de Texas en El Paso, UTEP, que estaban a punto de obtener su título universitario.

Al platicar con una de las organizadoras, me di cuenta que alguno de los graduandos estaban ahí solos, recibiendo su merecido reconocimiento.  Hoy 17 de mayo en el día internacional en contra de la homofobia y transfobia me puse a reflexionar especialmente al ser un hombre gay en una sociedad, que si bien ha tenido avances en torno al tema, todavía le falta mucho por recorrer.

Fue el 17 de mayo de 1990 cuando la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud, OMS,  retiró la palabra “homosexualidad” de la lista de enfermedades mentales. Sí, aunque no lo crean, era un término que se encontraba definido como tal. A muchos a estas alturas, nos resulta incomprensible. Por eso esta fecha tiene un valor tan importante para la comunidad LGBT.

Todavía en 2017, la homosexualidad no es un tema aceptado a nivel mundial. Más de 70 países en el mundo criminalizan la homosexualidad y condenan los actos sexuales entre personas del mismo sexo con penas de prisión. Y la cosa no queda ahí. En países como Mauritania, Iran, Sudán, Arabia Saudí y Yemen, además de algunas zonas de Nigeria y de Somalia se mantiene para estos casos la pena de muerte.

La familia ha sido el tema elegido este año como eje central de las celebraciones en el día internacional contra la homofobia. En este enfoque se hablará en todo el mundo del papel de las familias en el bienestar de sus miembros LGBT y el respeto de los derechos de las familias LGBT  o familias diversas.  Es que no sé qué sería de mi vida, en lo personal y en lo profesional si no hubiera tenido el apoyo de mis padres y demás familia.   Por eso, la celebración de graduación de la que hablé al principio de este texto me tocó una cuerda muy sensible de mi ser.

Es bueno reflexionar sobre sobre los avances que hemos tenido para acabar con la discriminación: el matrimonio entre personas del mismo sexo, el derecho de parejas gay para adoptar y la aprobación de leyes que prohíben la discriminación de personas LGBT.   Ahora tenemos que darnos más ganas y más energía para avanzar más, y más rápidamente. Y es que los logros que menciono no sólo representan un mejor cumplimiento de los derechos de las personas gay, lesbiana y transexual, sino un enriquecimiento de las sociedades en su conjunto.

El tener como parte de la sociedad, y abrazar a personas con diversos pensamientos, culturas, orígenes étnicos, creencias y orientaciones sexuales amplía nuestras mentes y nuestros corazones. Nos hacen mejores personas y mejores ciudadanos y ciudadanas.

Por eso, tenemos que esforzarnos entre todos y todas para caminar más decididamente para superar las grandes brechas que todavía quedan.

La población gay y transexual es la más afectada por el VIH/SIDA, pero al mismo tiempo tiene miedo a acudir al sistema de salud por el riesgo de estigmatización y malos tratos. Esto a su vez forma un obstáculo serio al combate a esta enfermedad que perjudica a todos y todas.

Existen expresiones de miedo y de odio incluso se extienden hasta los niños y niñas, por ejemplo, en la forma de bullying en las escuelas y colegios solo por ser gay, transexual, o transgénero.

Lo peor de todo es que a veces las mismas familias de las personas sexualmente diversas las rechazan desde niños y niñas y adolescentes, períodos de vida cuando más necesitamos el amor y apoyo de nuestros padres para desarrollar, aceptar y reafirmar nuestras auténticas identidades. Muchos de estos niños, niñas y jóvenes acaban abandonando sus hogares para exponerse a los graves riesgos de la calle, y algunos terminan acudiendo al trabajo sexual con todos sus peligros.

Así que esta conmemoración también es una oportunidad para reflexionar sobre el camino que todavía hay que recorrer para que todos y todas reconozcamos y vivamos aquella verdad tan sencilla y a la vez potente plasmada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

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