Carta del Presidente Joe Biden a los afectados por la masacre y a la comunidad de El Paso.
A las familias de las 23 almas que se perdieron este día hace dos años en El Paso, Jill y yo les enviamos nuestro amor. Aunque nuestras pérdidas no son las mismas que las suyas, el duelo es universal. Sabemos que el dolor que aún sienten hoy puede ser tan intenso como cuando escucharon la noticia por primera vez, sabiendo que todo lo que perdieron nunca podrá ser sustituido.
Para los seres queridos que quedaron atrás, han sido dos años de dolor pensando en cosas grandes y pequeñas. Los goles que él no tendrá la oportunidad de marcar en el campo de fútbol. Un bebé que ahora camina, pero sin sus padres agarrándolo de la mano con orgullo, unos padres que demostraron el acto supremo de amor y valentía. Está presente el dolor de dos años de cumpleaños y vacaciones, cenas familiares y servicios religiosos que ya nunca han vuelto a ser los mismos. Está presente el dolor de no poder seguir conmemorando, llorando y sanando juntos debido a una pandemia que nos ha quitado tanto a todos.
Ustedes perdieron a educadores y a un conductor de autobús. A abuelos y a nietos. A estadounidenses y a mexicanos y a un ciudadano alemán. Fueron familias que simplemente salieron a hacer mandados. Cada una de ellas es una vida con sentido y potencial y ellos formaron parte de lo que hace fuerte a El Paso. Aunque sea difícil de creer, quiero que sepan que llegará el día en que el recuerdo de la persona que perdieron los hará sonreír antes que llorar. Ese día llegará, y mi oración por ustedes es que les llegue más pronto que tarde.
A la comunidad de El Paso en general: seguimos asombrados por su valor y resistencia. Ese día, ustedes demostraron lo fuertes que somos como estadounidenses.
Y para el país, este día sombrío es un recordatorio del trabajo inconcluso para sanar el alma de esta nación. Hace dos años, un pistolero armado con rabia y con un rifle apuntó a la gente de El Paso y a nuestros valores estadounidenses más arraigados. Eligió esta ciudad definida por su diversidad que celebra su rica herencia hispana y su conexión con la gente de Ciudad Juárez.
Pensó que su odio hacia los inmigrantes podría resultar más poderoso que la cultura y la vitalidad de la gente de esta comunidad. Se equivocó. Sin embargo, la comunidad de inteligencia de Estados Unidos ha confirmado lo que la gente de El Paso sabe muy bien: la amenaza terrorista más letal para nuestra patria en los últimos años ha sido el terrorismo doméstico basado en la supremacía blanca. No podemos ignorarlo. Debemos enfrentar a la propagación de la violencia llena de odio en todas sus formas.
Con este propósito, en junio mi Administración presentó la primera iniciativa integral de nuestro país para enfrentar a la amenaza que representa el terrorismo doméstico. Lo hacemos tomando medidas para reducir la radicalización en línea y el reclutamiento con fines violentos. También estamos desmantelando las redes que inspiran esa violencia por parte de los terroristas domésticos y los grupos de odio, y brindándoles recursos a las comunidades para que desarrollen su resiliencia.
Mientras trabajamos juntos para luchar en contra de las fuerzas del odio violento, también debemos comprometernos a acabar con la plaga de la violencia con armas de fuego que acaba con vidas inocentes y sigue devastando nuestras comunidades. Seguiré haciendo todo lo posible para luchar por leyes sensatas de armas de fuego que la mayoría de los estadounidenses apoyan y vuelvo a pedirle al Congreso que haga lo que verdaderamente hará la diferencia. Eso incluye prohibir las armas de guerra, las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad tal como los que se usaron para devastar y herir a esta ciudad. Y seguiré tomando medidas para reducir la delincuencia con armas de fuego utilizando la autoridad existente, desde frenar la proliferación de «armas fantasma» hasta invertir en vigilancia comunitaria e intervenciones en casos de violencia comunitaria que pueden salvar innumerables vidas.
En los días posteriores al tiroteo, dije que debemos unirnos como estadounidenses y permanecer unidos contra el odio y la violencia. Hoy lo creo con mayor determinación y urgencia. Debemos trabajar juntos para defender nuestros valores, nuestra democracia y nuestra libertad para vivir juntos en paz. Se lo debemos a las familias de El Paso. Nos lo debemos el uno al otro y por el alma de nuestro propio país.
Que Dios bendiga las 23 almas que se perdieron ese día en El Paso y a sus seres queridos que han quedado atrás.