Por Uriel Posada - Opinión
La imagen terrible de la rodilla del oficial de la policía Derek Chauvin presionando sobre el cuello del afroamericano George Floyd fue una película de horror que duró ocho minutos y 46 segundos: minutos que fueron eternos y en donde el mundo pudo ser testigo de la muerte de un ser humano a manos de otro.
El rostro de este brutal evento perpetrado en Minneapolis pone en evidencia, una vez más, la profunda enfermedad cultural de la que sufre Estados Unidos.
Las diferentes protestas antirracistas que se extienden ahora en la mayoría de las grandes ciudades del país, las cínicas reacciones de Donald Trump que, al tiempo que decreta algo similar a un estado de sitio militar y tacha a los ciudadanos horrorizados por el crimen de estar manipulados por “la extrema izquierda”, acaban de demostrar que el país que eligió en 2008 a un afroamericano como presidente sigue siendo estructuralmente racista: sigue apegándose a su llamado pecado original.
«el rostro de este brutal evento perpetrado en Minneapolis pone en evidencia, una vez más, la profunda enfermedad cultural de la que sufre Estados Unidos»
Esos ocho minutos y 46 segundos fueron espantosos e impactantes. La lamentable escena no fue sorprendente: ya hemos visto videos así antes.
Vienen a la mente ecos de otros asesinatos de personas afroamericanas que causaron protestas como las del 2015 en Ferguson, Missouri que dio nacimiento al movimiento “Black Lives Matter”. Para generaciones anteriores, el deja vu se remonta a los disturbios por Rodney King en 1992 en Los Angeles y a los linchamientos durante el movimiento por los derechos civiles.
Todo el inmenso trabajo de modernización de la cultura americana desde los años sesenta del siglo pasado con la ley de los derechos civiles que aboga por el respeto a la dignidad de los negros americanos, por la movilidad social de todos, por la visibilidad de una diversidad de tonos de colores en la política y en los negocios o en el mundo del entretenimiento, no han debilitado los cimientos mentales que rigen Estados Unidos desde su nacimiento. El comportamiento racial de aquel policía solo indica la punta del iceberg: el racismo simplemente no se ha arrancado y lo que realmente necesita Estados Unidos es una revolución mental.
«Aunque suene pesimista y en mi opinión, esta sociedad sigue todavía encarcelada en sus prejuicios y en su doble moral»
Esto, por supuesto, tiene que ver con la formación histórica del país, que se construyó sobre la dominación genocida de las poblaciones nativas por parte de los blancos europeos conquistadores, y después, con la trata de esclavos importados de África.
La memoria de estas oposiciones étnicas y culturales ha permeado en todas las vertientes del sistema social norteamericano, en las instituciones, así como en el modo de vida diario.
El asesinato de George Floyd, como de otras tantas víctimas de la raza negra que le precedieron, es, en este sentido, desgraciadamente algo banal. Aunque suene pesimista y en mi opinión, esta sociedad sigue todavía encarcelada en sus prejuicios y en su doble moral. Lo que es peor, ha contagiado a otros grupos étnicos minoritarios como el hispano.
Durante el confinamiento por la pandemia de coronavirus, gran parte de lo que normalmente caracteriza la vida estadounidense se detuvo. Pero los problemas fundamentales y estructurales del país no. El racismo sistémico es uno de ellos, con numerosos ejemplos, evidentes incluso en las condiciones excepcionales de los últimos meses. Tal es el caso de los efectos del COVID-19, tanto economicos como de salud, en las comunidades de color.
Estados Unidos tiene una ardua tarea y se tiene que respaldar en la persistencia de los ciudadanos de todos los “orígenes”.
Espero que las manifestaciones donde personas de todos los colores protestan a favor de la igualdad sea un giro en la historia de este país.
Por lo pronto no puedo dejar de escuchar las últimas palabras de Floyd: “No puedo respirar. Mamá, mamá” mientras la rodilla del oficial Chauvin, apretaba su cuello, ante la mira impávida de sus compañeros policías.
Uriel Posada, es el fundador y Presidente de Paso del Norte Magazine y es el Director de Noticias de Univision El Paso.